Me desperté y comprobé que era real, yo estaba ahí, atada de pies y manos ,sin poder moverme en absoluto y con algo en la boca que me impedía hablar o gritar. No sabia donde me encontraba, apenas veía ya que tenia la vista borrosa y estaba muy oscuro, lo único que sabia era que estaba en una habitación y no sentía el roce de la ropa sobre mi cuerpo, por lo tanto, me encontraba desnuda. Me dolía el cuerpo entero y sentía escozor por la tripa y las piernas, como si tuviera heridas abiertas. Empecé a mover mi cuerpo en todas las direcciones y con todas mis fuerzas con intención de desatarme de manera desesperada, pero se me hizo imposible. Tenía miedo, mucho miedo.
Lo último que recordaba antes de despertarme era estar en casa con mi padre y mi madre abriendo los regalos de cumpleaños de mi padre, me acuerdo que me hizo mucha ilusión su cara de emoción al ver que le regalamos una camisa de cuadros azules que llevaba tanto tiempo deseando. A partir de eso no recordaba nada más y me angustiaba no poder hacerlo. Se me empezaron a caer las lágrimas por todo mi rostro, incluso me costaba respirar, no sabía qué podía hacer. De repente se escuchó un grito desgarrador que provenía de una mujer, segundos después se abrió la puerta de la habitación. Nunca me hubiera llegado a imaginar que él sería la persona en entrar por esa puerta, con su camisa de cuadros azules puesta.
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